Bueno, pues después de una vuelta del sur de lo más accidentada (vuelo retrasado, después cancelado, y regreso en coche alquilado a toda velocidad -con multa por exceso de ídem incluida), ya estoy aquí otra vez. En la hermosa cotidianeidad, nunca suficientemente ensalzada... un huerto y una biblioteca, no hace falta más.
Tengo que decir que la boda fue una preciosidad, que los novios estaban muy guapos y felices, que se dijeron que sí con una fórmula muy bonita que inventaron ellos (me entrego a ti, decían, "con tus grandes valores y virtudes y tus pequeños defectos", ¡¡sólo ellos podían decirlo así!!) y que lo pasamos en grande.
Y también que se cumplieron mis peores temores (me tocó conducir -alquilar coche a mi nombre, de hecho- ida y vuelta de la boda; estaba agotada y no dormí nada...) y que la convivencia no fue tan maravillosa como ha sido otras veces. Me lo temía y lo temía.
Pero esta mañana el Papa -hablando a unos niños de la Infancia Misionera- ha venido a responder a mis temores cumplidos. Hablaba de sus amigos de la infancia y decía: "Colaboramos bien, y tengo que decir que en alguna ocasión naturalmente también me peleé, pero después nos reconciliamos y olvidamos lo que había sucedido. Esto me parece importante. A veces, en la vida humana parece inevitable pelearse; pero lo importante es, de todos modos, el arte de reconciliarse, el perdón, volver a comenzar de nuevo y no dejar la amargura en el alma." Y acababa con este párrafo hermoso, hoy para mí:
"Como he dicho, no éramos santos: tuvimos nuestras peleas, pero de todos modos se daba una hermosa comunión, en la que las distinciones entre ricos y pobres, inteligentes y menos inteligentes no contaban. Contaba la comunión con Jesús en el camino de la fe común y de la responsabilidad común, en los juegos, en el trabajo común. Encontramos la capacidad para vivir juntos, para ser amigos, y a pesar de que desde 1937, es decir, desde hace más de setenta años, ya no he estado en ese pueblo, hemos permanecido amigos. Aprendimos a aceptarnos el uno al otro, a llevar el peso el uno del otro. Esto me parece importante: a pesar de nuestras debilidades, nos aceptamos y con Jesucristo, con la Iglesia, encontramos juntos el camino de la paz y aprendemos a vivir bien."
Resume bien esto, también, la parte de convivencia y amistad de este fin de semana, en lo que a mí se refiere.
Y ayer llegué a casa agotada, y qué alegría, mis padres queridos, recién vueltos también ellos de La Rioja, un viaje que han disfrutado a tope. Y me contaron una cosa que no pienso contar aquí, pero que me llenó de gozo, porque yo llevaba mucho tiempo pidiéndosela al Señor, y hace unos meses hasta me fuí a Lourdes a suplicarla, y como no me la daba empecé a desconfiar de que nunca me la fuera a dar... y ahora ha ocurrido. Ya se cumplió lo que tanto deseaba.
¿Por qué me debato entre los miedos y las dudas, si hay Uno que es más grande que mi corazón y cumple todos mis anhelos?
He hecho firme propósito de pasar esta semana entera dando gracias -he empezado una novena a la Virgen para hacerlo- y no voy a pedir nada-nada-nada. Por una vez, pienso pasar unos días como si de verdad me creyera que Alguien cuida nuestras vidas con más interés que nosotros mismos...
Tengo que decir que la boda fue una preciosidad, que los novios estaban muy guapos y felices, que se dijeron que sí con una fórmula muy bonita que inventaron ellos (me entrego a ti, decían, "con tus grandes valores y virtudes y tus pequeños defectos", ¡¡sólo ellos podían decirlo así!!) y que lo pasamos en grande.
Y también que se cumplieron mis peores temores (me tocó conducir -alquilar coche a mi nombre, de hecho- ida y vuelta de la boda; estaba agotada y no dormí nada...) y que la convivencia no fue tan maravillosa como ha sido otras veces. Me lo temía y lo temía.
Pero esta mañana el Papa -hablando a unos niños de la Infancia Misionera- ha venido a responder a mis temores cumplidos. Hablaba de sus amigos de la infancia y decía: "Colaboramos bien, y tengo que decir que en alguna ocasión naturalmente también me peleé, pero después nos reconciliamos y olvidamos lo que había sucedido. Esto me parece importante. A veces, en la vida humana parece inevitable pelearse; pero lo importante es, de todos modos, el arte de reconciliarse, el perdón, volver a comenzar de nuevo y no dejar la amargura en el alma." Y acababa con este párrafo hermoso, hoy para mí:
"Como he dicho, no éramos santos: tuvimos nuestras peleas, pero de todos modos se daba una hermosa comunión, en la que las distinciones entre ricos y pobres, inteligentes y menos inteligentes no contaban. Contaba la comunión con Jesús en el camino de la fe común y de la responsabilidad común, en los juegos, en el trabajo común. Encontramos la capacidad para vivir juntos, para ser amigos, y a pesar de que desde 1937, es decir, desde hace más de setenta años, ya no he estado en ese pueblo, hemos permanecido amigos. Aprendimos a aceptarnos el uno al otro, a llevar el peso el uno del otro. Esto me parece importante: a pesar de nuestras debilidades, nos aceptamos y con Jesucristo, con la Iglesia, encontramos juntos el camino de la paz y aprendemos a vivir bien."
Resume bien esto, también, la parte de convivencia y amistad de este fin de semana, en lo que a mí se refiere.
Y ayer llegué a casa agotada, y qué alegría, mis padres queridos, recién vueltos también ellos de La Rioja, un viaje que han disfrutado a tope. Y me contaron una cosa que no pienso contar aquí, pero que me llenó de gozo, porque yo llevaba mucho tiempo pidiéndosela al Señor, y hace unos meses hasta me fuí a Lourdes a suplicarla, y como no me la daba empecé a desconfiar de que nunca me la fuera a dar... y ahora ha ocurrido. Ya se cumplió lo que tanto deseaba.
¿Por qué me debato entre los miedos y las dudas, si hay Uno que es más grande que mi corazón y cumple todos mis anhelos?
He hecho firme propósito de pasar esta semana entera dando gracias -he empezado una novena a la Virgen para hacerlo- y no voy a pedir nada-nada-nada. Por una vez, pienso pasar unos días como si de verdad me creyera que Alguien cuida nuestras vidas con más interés que nosotros mismos...
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