Esta noche si Dios quiere, cogeré un avión y me iré al sur. Vamos siete amigas (cuánto vamos a echar de menos a Mar!!) a la boda de una octava...
He dudado si contar aquí que los días antes de empezar un viaje, cada vez más, son de pereza: pereza para hacer la maleta, pereza de pensar en el cansancio, la cama distinta, cómo dormiré, qué paliza todo, pereza conducir un coche de alquiler por carreteras desconocidas... Nunca fuí la más animada, pero definitivamente, estoy haciéndome mayor.
¿O es la eterna tentación del desánimo, mirar mi vida con ojos pequeños, no dar gracias por lo que tengo?
Ayer por la mañana asistí aquí a la entrega de la medalla de oro a uno de los más antiguos miembros de esta casa. 86 años, tres carreras universitarias, 11 hijos, una vida fecunda en todos los ámbitos. No dedicó su discurso a dar gracias (lo hizo en un breve "exordio") sino que prefirió -como él siempre- la "propositio". Y nos habló del optimismo cristiano, citando a su admirado Herrera Oria. Cuánto me ayudó un discurso suyo de 1962, que citó y que dice como sigue (está recogido en el sexto volumen de sus Obras Completas, publicadas por la BAC, en la página 462):
"El optimismo no es la ilusión; no es ver ni crear lo que no existe. No es un daltonismo intelectual y moral que solo advierta los colores claros de la vida. Sería perjudicialísimo para el orden real. El optimismo, en su parte externa, debe ser el tener ojos fáciles para ver todo lo bueno que existe o que se puede reducir al bien."
Hoy pido ojos fáciles, para vivir el optimismo en su parte externa... Y confianza (incardinada en la virtud teologal de la esperanza, que engendra la fortaleza, incardinada en la virtud teologal de la caridad) para vivirlo en su parte interna.
Y, a pesar de estar haciéndome mayor (¡o precisamente por eso!), tengo que decir que cada vez me gustan más las bodas. Decirle uno a una que sí -y viceversa- para la vida entera... muy fuerte!!!!!
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