Llegar puntuales no es nuestro fuerte, pero ayer hicimos todo lo posible. Nos pusimos el despertador a las siete menos cuarto, todo un hito para ser domingo... en el coche, a toda velocidad, íbamos haciendo bromas: -"¡Lo que hay que hacer para consagrar España! Si no lo hacemos nosotras... autobúuuus espéranos que tenemos que consagrar Españaaaa..." Supongo que si alguien nos hubiera visto, nos habría considerado dos locas; tantos años juntas han generado un humor curioso, al alimón, lleno de giros comunes -y hasta entonaciones- que nadie más que nosotras comprende, ni mucho menos comparte la hilaridad que nos provocan.
De atardecida, después de un día laaargo de amigos, risas, niños, baños en la piscina y nervios varios, yo estaba tristona (nada importante, creo que una suma de cansancio y hormonas). Me invitó a cenar fuera, en una terracita, y a tomar un helado paseando... Tiene la serenidad, el sentido común y la estabilidad que siempre me faltan a mí: cuando estoy eufórica me baja a mi lugar, cuando estoy hundida me sube a mi lugar. Volvimos a casa hablando de sueños pendientes y proyectos incumplidos, y cuando ya estábamos entrando sonrió para decirme, como si fuera casual: -"Hoy era el día más largo del año, y he cumplido mi sueño: he visto amanecer y atardecer."
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