viernes, 30 de octubre de 2009

La Coruña

Cuando era niña era una fiesta ir con los padres: nos alojábamos en el Finisterre, íbamos a jugar al golf a la Zapateira, a la torre de Hércules al atardecer. Hace años que no voy. Ahora recuerdo esa alegría de niña mientras todo me da pereza: la boda, la ropa para la boda, la pelu para la boda, el hotel para la boda, el viaje eterno, el puente que sacará a la calle tanta gente... En realidad es el agobio por la tesis, que dormirá el sueño de los justos por segundo fin de semana consecutivo, y yo necesitoooo los fines de semana para sacarla adelante.

Hazme niña otra vez sólo por dos días, Señor.

jueves, 29 de octubre de 2009

Defensa de la ociosidad

Ayer leí este librito de Stevenson, y qué maravilla: la tesis que sostiene ha sido el leit motiv de mi vida desde que abandoné el Despacho de Abogados hace ya más de siete años... a veces no lo cumplo, es cierto, pero siempre querría haberlo cumplido.

Una persona muy ocupada se cree más importante de lo que es, se pierde lo fundamental de la vida y al final no es feliz... En cambio, "encontrar a un hombre o una mujer feliz es mejor que encontrar un billete de cinco libras" (cito de memoria), "cuando entran en una habitación, es como si se encendiera una vela". Y para ser feliz es preciso no pasar el día corriendo, ni haciendo muchas cosas...

Ojo, que ésta no es una defensa del "dolce far niente" sino del "ocio y la vida intelectual" de Pieper. O en escolio genial de Gómez Dávila (vuelvo a citar de memoria): "La cultura no podrá ser nunca el ocio de los trabajadores, porque es el trabajo de los ociosos".

martes, 27 de octubre de 2009

Nicolás Gómez Dávila


Me gusta tanto que quise dedicarle mi tesis a su obra, me disuadieron.


Oí hablar de él por primera vez a Dalmacio Negro, luego he leído los Sucesivos Escolios publicados por Áltera y la selección de Juan Arana en Los Papeles del Sitio. Y varias personas que admiro confesaban admirarle, lo que acrecentaba mi admiración...


Hace un mes leí que -¡por fin!- Atalanta había publicado su obra entera: Escolios a un texto implícito. Y esta noche vuelvo a la tele con este libro, toda una fiesta de la inteligencia... un microcosmos verdadero.


Me temo que volveré a ser muy entusiasta en mi comentario. Pero esta vez me apoyo en el autor: "Negarse a admirar es la marca de la bestia".

lunes, 26 de octubre de 2009

Asamblea

Después de todo el fin de semana discutiendo "asambleariamente" diversos temas, oigan lo que me dice Don Marcelo (no desde el Cielo, sino desde la maravilla de libro donde se recopilan sus homilías en la fiesta de la Transverberación de Santa Teresa, aunque seguro que desde el Cielo está de acuerdo):

"Aquí (...) está el fallo. Lo hemos olvidado mucho en nuestro tiempo. Todo lo queremos reducir a una conversación de camaradas; tenemos que estar muy unidos, juntos todos, y todos de rodillas ante Dios. En nuestras horas de oración comunitaria, bien sea en las órdenes religiosas, en la familia, en las comunidades parroquiales, donde sea, llega un momento en el que cada uno tiene su propio ángel, su propio dardo, porque tiene su propio corazón, y lo que tiene que hacer es dejar que se abra; y luego que Dios actúe como Él piense que debe hacerlo respecto a cada uno."

Las negritas son mías, lo demás de Don Marcelo... y del Espíritu Santo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Piratas


Llevo todo el fin de semana intentando desocuparme de obligaciones apremiantes para leer La isla del tesoro, y apenas he logrado llegar a la mitad.
Reconozco que nunca me había llamado la atención esta obra, que compré este verano en el lote de lecturas stevensonianas con las que pretendía preparar el viaje a Escocia. Luego no me dió tiempo a leerla, y ahora por la tesis tengo que hacerlo. Por la tesis y por amor propio. Resulta que en Escocia me leía la biografía que sobre Stevenson escribió Chesterton, en edición de Pre-Textos y traducción de Aquilino Duque (por cierto: espectacularmente buena, de las mejores que he leído en toda mi vida) y le comenté a mi prima Lucía que tenía muchas ganas de leer a Stevenson a raíz de la biografía. Y me contestó: "¿Pero qué ha escrito Stevenson? La isla del tesoro, que nos la hemos leído todos a los diez años y El Doctor Jekyll y Mr. Hyde, poco más"

Ahora comprendo que quizá debí leerla a los diez años. Con treinta, una sabe que John Flint es el malo desde antes de que aparezca en escena, la primera vez que el squire le nombra. Y me cuesta avanzar en la trama, porque a esta edad mía ya no me resulta creíble que un niño sea tan espabilado como el protagonista... tendría que tener yo la edad de Jim. Lo que me permite avanzar una teoría para mi tesis: la literatura infantil se distingue de la adulta no en que sólo deba leerse en la infancia, puesto que si es verdadera literatura tiene que admitir posteriores relecturas toda la vida adulta; sino en que se lee mejor si la primera lectura se hace en la infancia.

Y aunque me cueste avanzar, qué peso tienen las palabras en la obra, no sobra una sílaba, qué hallazgos hasta musicales: Quince hombres en el cofre del muerto/ yo-hoo y la botella de ron...

viernes, 23 de octubre de 2009

To see good is to see God

De quién iba a ser este juego de palabras genial, sino del gran Chesterton. Esta semana de lluvia, agobios, la muerte visitando la casa de una amiga muy querida, y etcétera, he visto a Dios por varios sitios. En su Iglesia, siempre, que somos familia. En los amigos animando, alegrando, a veces sólo acompañando. En el soplo de su Espíritu que hace que de una comida normal salgan ideas geniales... y que en la tripa de Rocío crezca Manuel y en la de Begoña crezca María. He visto el bien y allí estaba Él. Sonriendo.

PD: esta entrada es para Pablo Velasco, que cuando ve en la columna derecha de su blog que no he actualizado este huerto me regaña. No vale por el libro, pero gracias también por el libro. Y no vale por nada de todo lo demás, pero mil gracias por todo lo demás.

viernes, 9 de octubre de 2009

Ahítos de palabrería

Y de la red de palabras y de la superposición de narrativas no nos salva más que el silencio y la entrega, no la palabrería ni mucho menos la retórica.

Lo he leído aquí.