viernes, 26 de febrero de 2010

Preguntas con trampa

Ya son varios años dando clase, y empieza a notarse esa soltura especial que produce en el cerebro el roce con los alumnos. Soltura muy útil para responder las preguntas con trampa que me hace cada mañana el portero del edificio de al lado:
-Al sol, hoy, diez grados. ¿Y a la sombra?
-A la sombra no.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Hacer que cada día cuente

Martes y llueve. Voy pensando desde por la mañana en cómo vencer la tentación de vivir cada instante pensando en otro, la tentación más recurrente de la cotidianeidad.
Dos alumnos hablan en la puerta de mi despacho:
-Ya es casi jueves... qué guay, ya está aquí el fin de semana.

lunes, 15 de febrero de 2010

Carreras bajo la nieve

Menos mal que ya no voy a ser su profesora nunca más. Cuando me la he encontrado esta mañana, con esas ojeras bajo la nieve, me ha podido la sorpresa:
-"¿Pero no tenías que haber terminado el año pasado?"
Fue alumna mía hace dos. Pasó 4º de carrera soñando con que llegara 5º, una de las más habituales formas de perder un año entero. Quería irse de erasmus a Francia, detrás de un novio que tenía de ese país.
-"Es que me fuí de erasmus y claro... Pero me quedan sólo tres asignaturas. Un coñazo, venir para esto."
Le he preguntado si quería tomar algo. Y sí, quería. La recuerdo en las últimas filas, el pelo larguísimo cayendo sobre la cara, mascando un chicle. Leyó todos los libros, no obstante, y sufrió como todos cuando Julia deja a Charles Ryder: "No lo entiendoooo... pero si se queríannn...".
-"¿Qué quieres? Y no me digas que un whisky, aunque tienes cara de que te sentaría bien."
Por lo menos sigue teniendo la capacidad de reírse. Al fin, frente a un zumo de naranja, me cuenta:
-"Como ya no vas a ser nunca más mi profesora... Es mi novio, ¿sabes?"
-"Sí, ya me acuerdo. ¿Cómo se llamaba... Pierre?"
-"Ah, no, no. Ése era antes. Ahora salgo con un español, ¿sabes? un año más pequeño. Él está en 5º, yo repito..."
-"Ya"
-"Y nos iba muy bien, de verdad. Llevamos desde septiembre, mogollón. Y era distinto a los otros chicos, a los de antes... éste me cuidaba un montón, pero ahora de repente..."
De repente le cuesta hablar. Hace un par de ensayos, yo pienso, qué marrón contarle esto a una profesora, aunque tenga sólo siete años más que tú (pero a su edad, siete años son un siglo).
-"Creo que es porque nota que estoy colgada por él... más colgada que él, no sé cómo ha sido, porque al principio no era así pero... y creo que le agobio ¿sabes? que nota que estoy muerta de miedo de que me deje, como los anteriores..."
Buff. Los desengaños tienen eso de malo: que se sedimentan y forman miedos. No sé bien qué decir... menos mal que no parece esperar que yo diga nada.
-"Ya sé que no se puede vivir con este miedo, pero no sé cómo evitarlo"
¿Qué le digo? "No es miedo, es temor..."
-"¿No es lo mismo?"
-"No. El miedo es ante el mal, el temor es a perder algo bueno..."
Me mira sin entender:
-"Lo que yo quisiera es verme como tú, tan segura siempre... Gon y Carlos siempre lo comentaban."
Las sorpresas que te da la vida.
-"¿Qué comentaban?"
-"Que seguro que tenías un novio estupendo... o que no lo necesitabas. Viene a ser lo mismo. Todo menos esta sensación de no poder soportar que me dejen... otra vez no..."
Dios mío, y sólo tiene 24 años. Probablemente el sexo influye en esa sensación de dependencia feroz e inevitable pero ¿cómo decírselo?
Cuando subimos la calle nieva más.
-"¿Echamos una carrera? hasta la esquina"
Me mira alucinada:
-"¿Una carrera? ¿Corriendo?"
A ver cómo vamos a echar una carrera si no es corriendo.
-"Venga, si nunca más voy a ser tu profesora..."
Llega a la esquina jadeando. Un poco sonriente, por fin. Y detrás mío, por supuesto.
Me muerdo los labios para no decirle que debería correr más bajo la nieve y darle menos vueltas a ese chico.