miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lecturas pendientes

Esta tarde me tocaba hacer la tesis, o sea, que me he puesto a ordenar la biblioteca. Creía que era un fenómeno exclusivo mío pero resulta que es muy común, y hasta tiene un nombre médico que Juncal me ha dicho pero se me ha olvidado.

Lo que pasa es que una pila inmensa de libros a medio leer, en la mesa, me distraía, y varios libros más agolpados en bolsas me urgían. Primero he colocado éstos, trabajosamente, porque casi no cabían; luego, con dolor, he decidido devolver los libros a medio leer a las estanterías, hasta que encuentre el momento propicio para leerlos enteros. Desde pequeña me ocurre que no sé leer despacio, y con la edad se me está agudizando: si tengo un libro a medias varios días, lo más probable es que me canse y empiece otro. Estoy hecha para leer seguido.

Y se me ha ocurrido consignar los libros que devuelvo, en la estela de lo que hizo Enrique y tanto me gustó, pero sin poner la última frase que he leído porque no desespero de dedicar -todavía- algo de tarde a la tesis. Así que aquí va la lista, por orden (más o menos) de empiece de lectura:
  1. La isla del tesoro: empecé con muchos ánimos el 22 de octubre, jueves, pero no avanzo. Lo he contado aquí, y me ha consolado mucho que Blanca me dijera que lo leyó a los siete u ocho años y le pareció un rollo, igual que a mi. No puedo, no puedo...

  2. Escolios a un texto implícito: lo comenté en la tele en octubre, y de verdad que este hombre me fascina, pero ha llegado en un momento agitado de mi vida. No sé, quizá cuando acabe la tesis pueda dedicarle un rato cada noche...

  3. Sonetos de Shakespeare: me propuse leerme cuatro cada día. Claro, pero cada día quería leerme varias páginas de los Escolios, la lectura espiritual y lo de la tesis y el trabajo y a todo no me da tiempo.

  4. Caritas in veritate: qué verguenza, no consigo leerme la Encíclica. Me la llevé al último viaje, a Vigo y en el avión de ida conseguí leer la introducción (muy recomendable) y el capítulo 1.

  5. El fuego secreto de la Madre Teresa: me leí medio libro en el avión de vuelta de Vigo (lo compré en el aeropuerto de allí). No consigo leerme el otro medio, y mira que es interesante. Creo que la Madre Teresa se niega a hacerle competencia al Santo Padre y hasta que no acabe la Encíclica no podré leerme éste.

  6. Contraelegía: creo que sólo llevo medio porque compite con los Sonetos. Cada vez que lo cojo me remuerde la conciencia, ¿por qué no leer al bardo, que es universal, y en cambio Pacheco desde que lo han multi-premiado me da reparo? (en descargo del mexicano diré que el remordimiento es mutuo: cuando leo a Shakespeare me pregunto si no debería primero acabar con Pachecho, al fin y al cabo todavía me quedan Lampedusa, Ayckrod y no sé cuánta más bibliografía complementaria que me he comprado para ayudarme a entender al inglés -aunque sólo sea oponiéndome a lo que ellos dicen).

  7. Santos del siglo XIII y su época: en realidad hago trampa, porque de éste sí que leo un rato cada día y si Dios quiere me lo voy a terminar. Me está gustando un montón.

  8. 1010 consejos para emprendedores: Y con este también hago trampa porque también me lo voy a terminar. He descubierto el fin de semana que nada me relaja más de la tesis que leer librillos de gestión empresarial... me resultan tan ligeros, en comparación con la literatura infantil. (Si alguien me lee, enarcará aquí la ceja, pero no voy a borrarlo).
  9. Carta a los artistas: no me la había leído y cuando he visto el maravilloso discurso de BXVI a los artistas (que han glosado estupendamente en esta bloggsfera) he decidido no esperar más... La sorpresa, que cuando he sacado de la estantería el libro que compré hace nueve años y todavía no había leído (es bochornoso pero me pasa con cientos de títulos: compro más rápido que leo), en la preciosa edición de Altair, he encontrado un "Diálogo" final de Jaime y Enrique García Máiquez... cuando compré el libro no tenía ni idea de quién eran, ni -lo más importante- había leído todavía su poesía. La de ninguno de los dos.

Bueno, ahora que están escritos, negro sobre blanco, no me parece tan mal devolverlos a su sitio. Cuando quiera entro aquí y me los leo todos toditos. Y además, en este mes y medio se me han atragantado nueve, pero he leído muchos más...