martes, 28 de julio de 2009

Facebook, qué susto

Esto de las nuevas tecnologías no trae más que disgustos, administrados en forma repentina y sin posibilidad de reacción ni prevención. Me temo que avanzamos a un ritmo que somos incapaces de asimilar, o al menos yo soy incapaz. No quiero tanta información, ni la necesito, ni me hace ningún bien.


Me uní a facebook hace un año largo, cuando casi todos mis amigos dejaron de enviar las fotos de las bodas y celebraciones comunes por correo electrónico, y a la súplica de que las pasaran en un cd respondían: "¿Pero no las has visto en facebook?"


Cada vez que entro observo niños a los que no veo desde su bautizo y que de repente son mayores, leo que los ladrones han entrado en casa de un amigo y que a otro le acaban de despedir del trabajo, veo a mis primos en posturas insólitas que me hacen preocuparme seriamente por la salvación de sus almas -y la felicidad de sus existencias terrenas, pues ambos temas van unidos, contra lo que piensa una mayoría aparente y vociferante-...


Después de cinco minutos en facebook compruebo que ni los que exhiben fotos más edulcoradas son felices... Dios mío... paren el mundo que quiero bajarme, que diría Mafalda.


La solución es sencilla, lo sé, debería darme de baja. He leído en google que Bill Gates lo ha hecho, porque recibió más de 10.000 solicitudes de amistad... yo sólo tengo ciento y pico, pero le agradecería a Bill Gates, si pasa por este huerto, que me explique cómo se hace para darme de baja, porque por más que indago en el programita de marras, no veo la fórmula.

1 comentario:

  1. Comparto los reparos con facebook.
    Y me empieza a fastidiar.
    El otro día, al llegar a una tertulia en la que había desconocidos, uno de ellos (de los desconocidos) me dijo que me conocía del facebook, que me había buscado para ver en una foto cómo era. Me dio bastante grima

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