Después de todo el fin de semana discutiendo "asambleariamente" diversos temas, oigan lo que me dice Don Marcelo (no desde el Cielo, sino desde la maravilla de libro donde se recopilan sus homilías en la fiesta de la Transverberación de Santa Teresa, aunque seguro que desde el Cielo está de acuerdo):
"Aquí (...) está el fallo. Lo hemos olvidado mucho en nuestro tiempo. Todo lo queremos reducir a una conversación de camaradas; tenemos que estar muy unidos, juntos todos, y todos de rodillas ante Dios. En nuestras horas de oración comunitaria, bien sea en las órdenes religiosas, en la familia, en las comunidades parroquiales, donde sea, llega un momento en el que cada uno tiene su propio ángel, su propio dardo, porque tiene su propio corazón, y lo que tiene que hacer es dejar que se abra; y luego que Dios actúe como Él piense que debe hacerlo respecto a cada uno."
Las negritas son mías, lo demás de Don Marcelo... y del Espíritu Santo.
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