... y ahora tengo una mezcla de sueño y cansancio que me impide contarlo como la ocasión merece.
Pero, seis años después, volví a la plaza de San Pedro a encontrarme otra vez con Juan Pablo II. Entonces, hace seis años, me impresionó cómo la ausencia física no era la última palabra, cómo el espíritu de nuestro Papa Juan Pablo se hizo presente entre nosotros. Antesdeayer, volví a experimentar la forma nueva en que están los que se van: enganchados en nuestra fe, entretejidos en nuestra devoción.
No es un piadoso recuerdo, no es que estén vivos en nuestros corazones, ni es exacto decir que vivirán mientras pensemos en ellos o recordemos lo que hicieron. Están vivos en el que vive [el Viviente], de una forma que no podemos ni imaginar ("en cambio, qué diferente es la fiesta en el Cielo entre los ángeles y santos", así de exactamente expresó nuestro Papa Benedicto la distancia que nos separa de los que se han ido, lo que no cabe en nuestra pequeña cabecita).
Después de tres horas de empujones y asfixiante espera entre la masa anhelante (mi hermana inventó una nueva advocación para la Virgen, mientras rezaba las letanías del Rosario: "Reina de los oprimidos") pudimos al fin arrodillarnos ante el cuerpo que hace seis años soltó su espíritu de pescador universal, y comencé mi lista interminable de intenciones que pedir al nuevo beato. "Ahora te estrenas como beato, a ver cómo te portas" le dije. Me pareció entrever su sonrisa irónica, cientos de miles de personas desfilando todo el día ante sus reliquias, millones de personas que hemos ido a lo mismo durante estos últimos seis años, cientos de millones que le habrán rezado desde sus casas, sin desplazarse al Vaticano:
-"¿De verdad crees que me estreno ahora...?"
Ha sido un viaje TAN especial, y no sólo (¡¡¡pero también!!!) porque fuera mi regalo de pedida.
Me alegro y me da envidia. Aunque por misteriosa comunión, estuvimos tan cerca del acontecimiento, desde Madrid y sin empujos, jaja. Precioso relato. Como los cuentos de hace unos días.
ResponderEliminarEntenderemos cuándo se empezó a estrenar Juan Pablo II cuando la primavera de la Iglesia que él mismo empezó a sembrar y que ya crece regándose con las aguas de Benedicto XVI, florezca sorprendentemente, abrumadoramente, densamente, Y cargada de aromas nuevos, ante un mundo desorientado, perdido, que tropieza con las mismas piedras de siempre...Y lo veremos y lo entenderemos.
Anda
ResponderEliminarPude asistir a la beatificación pero no llegar a rezar ante el beato. Despues de un rato de fila, intentando avanzar a marchas forzados, desistimos ante el riesgo de perder el avión
Gracias por el relato. A mi me está costando explicarlo