miércoles, 15 de diciembre de 2010

Palabras verdaderas (Elogio de la rutina)

Es tan difícil usar palabras verdaderas. "A ver si nos tomamos un café..." le espetas igual a la pesada de turno que al amigo añorado, aunque a éste sí deseas verlo con calma; a aquélla, ni en sueños. "No sabes cómo te lo agradezco": y no lo sabe, a veces tanto, otras nada de nada... Las mismas palabras expresan las cosas más dispares.

Sol y frío en Madrid. En el trabajo, me encuentro lo primero una amiga querida, nos tomamos el café, me contagia alegría, hoy como casi siempre. Interrumpo la mañana de correos y llamadas yendo a ver al Único Importante, dice el sacerdote en la homilía: "Dos mil años después, seguimos deseando que llegue en forma muy impresionante: no nos resignamos a verle como un Niño, como un poco de Pan, en lo más pequeño. Sencillo, callado, casi oculto viene a nuestro encuentro cada día." Salgo de la iglesia y voy al banco a sacar dinero: delante mío, sale un señor despistado dejando el saldo en la pantalla del cajero (30.000 euros!!) y la tarjeta dentro. "¿Desea realizar otra operación?" me pregunta la pantalla. Como le digo que no, me ordena, despechada: "Recoja su tarjeta". La recojo y salgo corriendo a la calle, aún le encuentro, menos mal: "Se ha dejado la tarjeta..."

Leo cuentos porque me han nombrado miembro de un jurado para un premio aquí, en la Universidad. Me impaciento, son muy malos, todos los protagonistas tienen nombres extranjeros, Tim o Sally... ¿qué les pasa, a estos niños? escriben mal, las tramas no tienen sentido, vulgares y emotivistas a tope... ¿ya no hay nadie que sepa decir palabras verdaderas?

Algo encuentro, al fin, menos mal. Y siguen las alegrías: Enrique apoya, sin saberlo, mis argumentos en la conversación de anoche con Martín, y me da el notición: ¡¡otro niño!! "La única verdadera innovación que se produce en este mundo es el nacimiento de un niño" dijo Hannah Arendt, y lo repite Llano en Repensar la Universidad, lo acabo entusiasmada por momentos, mientras espero a Pablo para comer juntos, qué alegría sin fin hoy.

"El enamoramiento del día de la boda es nada, tan pequeñito, comparado con el que viene después, cuando llevas dos, o tres, o cinco años viviendo juntos las veinticuatro horas..." me dice Pablo. ¿¿Rutina?? ¿Qué es la rutina? pienso volviendo a mi mesa, antes de trabajar un poco e irme a clase de golf y a cenar con unas magníficas nuevas amigas. Y recuerdo la última página del libro de Llano, la frase de Ireneo: "Sabed que Él ha traído toda novedad, porque ha venido Él mismo." Y sí, he encontrado hoy mis palabras verdaderas.

4 comentarios:

  1. Qué suerte formar parte, mi niño y yo, de esta entrada tan emocionante y tan bien llevada. Y hasta con su pinchacito de nostalgia: ¿qué se fizo de mi golf, verdura de las eras?

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  2. Gracias, Enrique, siempre tan generoso, siempre animando. Ya sabes que os encomiendo a todos, también a tu niño.
    Ya te lo llevarás a jugar al golf cuando sea mayor, y también a Carmen.

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  3. He visto esto y me he acordado de ti. No sé de qué va tu tesis, pero bueno: http://gentedigital.es/comunidad/alvarolucas/2010/04/14/nueve-recomendaciones-sobre-cultura/

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  4. Ángel, muchísimas gracias!!! Mi tesis es sobre literatura infantil, pero cuánto me gustan las recomendaciones que haces. Particularmente en esta me ha alegrado ver que casi todos eran libros conocidos, viejos amigos, salvo el de la belleza y los dos de Nubiola.

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