Sigo dando vueltas al tema laboral, quizá porque me quedan ya tan pocos días para las vacaciones y, en cambio, tantísimo trabajo por terminar.
Una vez le oí a una persona que acababa de aceptar un alto cargo directivo un consejo que, entonces, me pareció sabio: "No aceptes nada que no puedas llevar con alegría" (para aceptar ese cargo, se había desplazado a una ciudad distinta de aquella en la que vivían su mujer y muchos hijos, que un año y medio después tuvieron que imitarle, abandonando colegios, vecindario, abuelos y etc.)
Ahora pienso que el consejo correcto para mi circunstancia podría enunciarse más bien así: "No aceptes nada que se vaya a convertir en una carga pesada". O "no aceptes nada que no puedas resolver de inmediato".
Cuando uno lleva una carga a la espalda, cada día que se camina la misma carga pesa más.
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