Hortus conclusus
Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; huerto cerrado, fuente sellada
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Un hombre rico es difícil de encontrar
Aquel que tiene tiempo suficiente, cada día, para hacer todo lo que se ha propuesto.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Sobre la Virgen María
Sólo quien haya contemplado de verdad a un bebé puede comprender la devoción de los católicos a la Virgen María.
El Niño era verdadero hombre: como todos, pasaría los primeros años de su vida dependiendo totalmente de su Madre, mirándola arrobado y durmiendo confiado en su regazo.
Los que creemos en el Hijo, ¿cómo no vamos a venerar a la Madre?
[Ndela: Hay muchas más razones, por supuesto, y de mucho mayor calado. Pero en mi circunstancia, esta es la que más me conmueve, por recién descubierta.]
El Niño era verdadero hombre: como todos, pasaría los primeros años de su vida dependiendo totalmente de su Madre, mirándola arrobado y durmiendo confiado en su regazo.
Los que creemos en el Hijo, ¿cómo no vamos a venerar a la Madre?
[Ndela: Hay muchas más razones, por supuesto, y de mucho mayor calado. Pero en mi circunstancia, esta es la que más me conmueve, por recién descubierta.]
jueves, 25 de julio de 2013
Sombreros
En España, cuando ves gente con sombrero, suelen ser turistas.
Los españoles rara vez nos ponemos sombrero, salvo en el extranjero...
Los españoles rara vez nos ponemos sombrero, salvo en el extranjero...
miércoles, 24 de julio de 2013
Libros encadenados
Cuando acabo de leer un libro, siempre "necesito" comprar varios a los que aquél me remite, y que raramente coinciden con los centenares que tengo en casa, esperando ser leídos.
La cuestión es que cada uno de los que compro me remite a muchos otros y así voy, comprando mucho más de los que leo...
Compro varios, leo uno y ése ya me lleva a desear comprar otros varios... con lo que vuelve a empezar el proceso.
Estoy encadenada, como Sísifo a su piedra...
Se admiten sugerencias para salir de ésta.
La cuestión es que cada uno de los que compro me remite a muchos otros y así voy, comprando mucho más de los que leo...
Compro varios, leo uno y ése ya me lleva a desear comprar otros varios... con lo que vuelve a empezar el proceso.
Estoy encadenada, como Sísifo a su piedra...
Se admiten sugerencias para salir de ésta.
lunes, 22 de julio de 2013
Encontramos en los libros lo que ya teníamos en el corazón
Muchas veces he pensado en lo absurdo de la avidez lectora que me domina, ante la certeza con la que titulo esta entrada. Pero es que es cierto: cada uno encuentra en el libro que lee lo que ya llevaba dentro...
Sólo un ejemplo (podría poner muchos). Hace años, recomendé a una de mis mejores amigas uno de mis libros preferidos, Señora de rojo sobre fondo gris. La historia de amor -de amor más fuerte que la muerte: el verdadero- que relata este librito me acompaña desde que lo leí por vez primera, hace ya más de quince años. Muchos de sus párrafos me los sé de memoria, de tanto releerlos...
Para mi sorpresa, mi amiga me dijo que el libro estaba bien, pero no le había emocionado. Ante mis decepcionadas preguntas, ahondó un poco más: es que la protagonista era inaguantable, me dijo. Todo el día mirando si estaba o no lo suficientemente delgada, si se conservaba bien, si tenía unas piernas que "aún se podían mirar"...
Comprendí, entonces. La madre de mi amiga (una mujer guapísima, por cierto: bueno, guapísimas las dos, mi amiga y su madre) ha estado siempre muy pendiente del peso y de la belleza. Es lógico entonces que su hija sintiera un cierto rechazo ante un personaje femenino que le recordaba aquello que no le gustaba de su madre...
En cambio, yo me había fijado en otros aspectos de la protagonista: su alegría incombustible, su apasionada vocación de esposa y madre, su fascinación por la belleza... con todos ellos me sentía identificada (si no en la realización, sí al menos en la intención) y sobre todo, me sentía identificada con el gran amor que le tributaba su marido, lo que yo deseaba para mi vida desde siempre...
¿Entonces? ¿Para qué tanto leer, si lo que sacamos de cada libro es lo que ya teníamos dentro?
Pues porque creo que una de las mejores formas de sacar lo que tenemos dentro es leyendo.
Sólo un ejemplo (podría poner muchos). Hace años, recomendé a una de mis mejores amigas uno de mis libros preferidos, Señora de rojo sobre fondo gris. La historia de amor -de amor más fuerte que la muerte: el verdadero- que relata este librito me acompaña desde que lo leí por vez primera, hace ya más de quince años. Muchos de sus párrafos me los sé de memoria, de tanto releerlos...
Para mi sorpresa, mi amiga me dijo que el libro estaba bien, pero no le había emocionado. Ante mis decepcionadas preguntas, ahondó un poco más: es que la protagonista era inaguantable, me dijo. Todo el día mirando si estaba o no lo suficientemente delgada, si se conservaba bien, si tenía unas piernas que "aún se podían mirar"...
Comprendí, entonces. La madre de mi amiga (una mujer guapísima, por cierto: bueno, guapísimas las dos, mi amiga y su madre) ha estado siempre muy pendiente del peso y de la belleza. Es lógico entonces que su hija sintiera un cierto rechazo ante un personaje femenino que le recordaba aquello que no le gustaba de su madre...
En cambio, yo me había fijado en otros aspectos de la protagonista: su alegría incombustible, su apasionada vocación de esposa y madre, su fascinación por la belleza... con todos ellos me sentía identificada (si no en la realización, sí al menos en la intención) y sobre todo, me sentía identificada con el gran amor que le tributaba su marido, lo que yo deseaba para mi vida desde siempre...
¿Entonces? ¿Para qué tanto leer, si lo que sacamos de cada libro es lo que ya teníamos dentro?
Pues porque creo que una de las mejores formas de sacar lo que tenemos dentro es leyendo.
viernes, 19 de julio de 2013
miércoles, 17 de julio de 2013
Heridas de guerra
La invasora celulitis, la amenazadora flaccidez, las estrías en lugares insospechados.
Los kilos de más que te quedas, los kilos que pierdes pero las formas que ya no recuperas.
Las ojeras, la nebulosa mental provocada por la falta endémica de sueño.
Por no hablar de la cesárea, la episiotomía... palabras mayores.
¿O pensabas que podías participar en tan grande empresa como es una nueva vida -la mayor de las empresas- y salir incólume?
Los kilos de más que te quedas, los kilos que pierdes pero las formas que ya no recuperas.
Las ojeras, la nebulosa mental provocada por la falta endémica de sueño.
Por no hablar de la cesárea, la episiotomía... palabras mayores.
¿O pensabas que podías participar en tan grande empresa como es una nueva vida -la mayor de las empresas- y salir incólume?
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